jueves, 25 de septiembre de 2014

A través de Siberia

Son 7.661 km los que separan Moscú de Pekin a través de la ruta transmongoliana, un gran viaje en el que dedico casi todo mi tiempo en Rusia.

El 8 de Septiembre cojo el primer tren con destino a Kazán, según lo planeado viajo en Platzkart (tercera clase), siempre intento ahorrar costes al máximo. Poco después de salir el encargado del vagón intenta cambiarme a Kupé (segunda categoría) intentando sacar un pequeño sobresueldo, pero al final me quedo donde estoy, viajando acompañado de dos mujeres de mediana edad y un anciano con múltiples condecoraciones en la solapa de su americana, éste no para de hablarme y aunque no nos entendemos mucho no para de reírse conmigo.

Después de mi primera noche en un tren ruso llego a Kazán a las 8 de la mañana, dispuesto a ver todo lo que pueda de la ciudad en un sólo día, ya que tengo previsto coger otro tren a las 8 de la tarde rumbo a Ekaterimburgo.

La ciudad es agradable, con un Kremlin muy bien cuidado y la extraordinaria mezquita de Kul Sharif dentro del mismo. También hay que destacar que la ciudad se encuentra a orillas del río Volga, el más largo de Europa.




Después de un agradable día me encamino hacia Ekaterimburgo, la capital de los Urales, ya en la parte asiática de Rusia.

Ekaterimburgo, llego a las 10 de la mañana y voy directo al hostel a tomar una reparadora ducha y descansar un poco, aquí descubro una cosa habitual y a veces desesperante de los albergues en Rusia, no siempre están señalizados por carteles (algunos son ilegales) y la dirección que encuentras en internet no suele ser completa, así que después de hora y media buscando tengo que contactar a los gestores y finalmente me reúno con ellos en la calle para poder acceder al hostel. Otro dato curioso es que hay mucha gente joven viviendo en los albergues, según me comentaron un par de chicos en Moscú es porque a los estudiantes les resulta la manera mas barata de vivir, supongo que no comparten piso tan frecuentemente como se hace en España.

Conozco la ciudad con Viktoria, una estudiante de inglés que conozco a través de couchsurfing, me decepciona un poco, esperaba algo más bonito, creo que al informarme sobre ella y tras la historia que esconde, pues aquí fueron asesinados los últimos zares por los bolcheviques, había creado una imagen romántica en mi cabeza que no se corresponde con la realidad, así que dedico el tiempo a descansar y a lavar algo de ropa.





Dejo la ciudad a las 3:20 de la mañana para coger mi siguiente tren destino a Tomsk, esta vez mi compañero de compartimento es Denis, un chico de 23 años que viaja a Novosibirisk a casarse, no para de beber cervezas durante todo el camino y me regala una especie de sirope de frutas que añadida al té deja un agradable sabor. Es un largo viaje en el que aprovecho el agua caliente gratuita para alimentarme a base de noodles y beber numerosas tazas de té.


Tomsk, antigua capital de Siberia, situada a unos 100 km al norte de la vía Transiberiana y al no verse influida por el desarrollo industrial que se desarrolló a lo largo de ésta ha conseguido mantener viva la típica arquitectura siberiana anterior a la época socialista, casas de madera con muy cuidados detalles. Está considerada como una de las ciudades más bonitas de Siberia y ahora es un importante centro universitario contando entre sus estudiantes con dos premios nobel.







Otra vez en el tren me encamino en dirección a Irkutsk, mi principal destino en Siberia (supongo que por culpa del Risk). Este trayecto también muy largo, de 29 horas muestra un paisaje diferente, la taiga muestra el otoño en todo su esplendor, los bosques toman matices verdes, amarillos y rojos creando un paisaje espectacular.





Irkutsk, sin duda de todas las ciudades siberianas es la que más me gusta, aunque se ve rápidamente, aquí preparo la visita al lago Baikal, el más antiguo y profundo del mundo, dedicaré unos días a su visita, ya es hora de parar un poco, llevo viajando sin parar durante muchos días seguidos.






La primera parada prevista en el lago Baikal es la isla Olkhon, la más grande de las que se encuentran en el lago, aquí paso tres días. El trayecto hasta la isla dura 5 horas, son unos 200 km y un paso en ferry de unos 20 minutos.

La isla me muestra la visión de Siberia que tanto deseaba conocer, casas de madera, calles sin asfaltar y mucha naturaleza, el Baikal deslumbra y parece un mar cuando lo tienes delante, con un pequeño oleaje y partes donde no se ve el fin. Mi plan aquí, descansar, pasear y leer.






En uno de estos paseos conozco a Virginie, quien se ha convertido en mi nueva compañera de viaje, ella lleva dvos años y medio de viaje recorriendo todo el mundo y todavía otros dos años en ruta en mente. A partir de esta unión el viaje cambia, pareciéndose más al que tenía en mi cabeza antes de salir de España, nos movemos haciendo autostop o en autobuses locales reduciendo el gasto al máximo.



Juntos visitamos Litsvianka, a orillas del Baikal, comemos Omul ahumado y continuamos nuestro viaje en dirección a Ulan Ude, la última parada antes de Mongolia.







Llegamos a Ulan Ude, después de coger un ferry, un tren, un taxi, un bus, tres coches y una forgoneta, el viaje ha sido genial, conociendo gente local y amenizado con el sonido de la armónica de Virginie.

Ulan Ude es una agradable ciudad, pero no tiene mucho que mostrar a parte de la gigantesca cabeza de Lenin que se encuentra en su plaza principal y un monasterio budista a media hora de camino.


Con esto me despido de Rusia, mañana cogemos un bus hasta la frontera de Mongolia y desde allí intentaremos ir en coche hasta la ciudad de Darkhan, la aventura continúa.