jueves, 13 de noviembre de 2014

El pais del Loto Azul

El 16 de Octubre salimos de Ulan Bator en tren con dirección a la frontera con China, al contrario de lo habitual entre turistas decidimos utilizar medios locales para cruzar la frontera y asi ahorrarnos unos Tugrits. Un viaje de 15 horas en un viejo tren de fabricación rusa, con unas duras literas donde pudimos dormir un poco.

Después de un viaje sin incidencias por fin entramos en China, en la ciudad de Erlian. El ambiente cambia, pasamos de las letras en cirílico a los pictogramas chinos, y se observa un nivel de vida más alto, con edificios más modernos y calles remodeladas recientemente. Aquí nos deleitamos con nuestro primer plato de noodles. Poco después, nos embarcamos en un bus-cama destino a Pekin, para sorpresa nuestra aunque el bus llegó a Pekin a la 1:00 a.m. nos dejaron dormir dentro hasta la mañana siguiente.

Esa primera mañana por la capital comprobamos que es el país mas poblado del mundo, aquí hay gente por todas partes, multitudes que nos acompañarán dondequiera que vayamos, ya sean parques, museos, pueblos o naturaleza, en este país es imposible estar solo.

En esta parte del viaje nos alojamos en casa de Ronja, una expatriada alemana que nos ofrece una habitación a traves de couchsurfing y no tarda en advertirnos de la contaminación atmosférica en la ciudad, con niveles que llegan habitualmente a 300 microgramos por metro cúbico (diez veces más que el nivel seguro establecido por la Organización Mundial de la Salud). Hay una niebla perpetua que no te permite ver el horizonte, por lo que decidimos usar máscaras al igual que gran parte de la población local.

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Después de un par de días en la ciudad paseando y visitando los Hutongs decidimos realizar la primera visita, La Gran Muralla China, concretamente la sección de Jingshaling. Decidimos acampar en la misma muralla, con tienda y sacos alquilados previamente en la ciudad. Hay que reseñar que acampar en la muralla está prohibido, pero algunas agencias de viajes lo siguen ofreciendo, así que decidimos hacerlo nosotros también por nuestra cuenta. La experiencia de estar completamente a solas en una de las 7 maravillas del mundo y poder disfrutar del amanecer allí mereció la pena.

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De vuelta en Pekin visité la Ciudad Prohibida: un conjunto de palacios y jardines que durante casi 500 años fue el hogar de los emperadores de China y su corte y que, a día de hoy, es el centro ceremonial y político del gobierno chino. Una visita obligatoria, pero no muy atractiva ya que hay que compartir el momento con una gran multitud de visitantes, en su mayoría público local, como suele suceder.

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Una vez visitados los lugares imprescindibles de la capital dejamos esta ciudad de casi 12 millones de habitantes en busca de los legendarios guerreros de terracota de Xi'an, esta vez durmiendo en casa de Adolf Chang (obviamente no es su nombre real, escogió Adolf porque en alemán se traduce como lobo), nuestro nuevo anfitrión en este periplo.

En Xi'an disfrutamos de la comida local, consistente en grandes raciones de patatas o verduras con  sabrosas salsas, noodles caseros cocinados en el momento o una sopa de pan y ternera entre otras delicias. También visitamos por un par de parques muy bonitos y el centro histórico musulmán, donde pudimos ver como preparaban dulces típicos de la zona (en las fotos se aprecia cómo estiran masa y la moldean a base de mazazos) y los famosos guerreros de terracota. Los Guerreros de terracota son un conjunto de más de 8000 figuras de guerreros y caballos de terracota a tamaño real, que fueron enterradas cerca del autoproclamado primer emperador de China de la Dinastía Qin, Qin Shi Huang, en 210-209 a. C.

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De Xi'an partimos hacia el parque nacional de Zhangjiajie, conocido porque sus formaciones cársticas fueron copiadas al crear los paisajes de la película Avatar. Después de una larga noche en dos trenes intentado dormir sentados (aquí viajamos en asiento y no en litera para ahorrarnos unos Yuanes) llegamos a la ciudad de Zhangjiajie bajo la lluvia. Después de un día de descanso, reanudamos el viaje hacia Fenghuang, dejando el parque nacional para después de la lluvia.

Fenghuang es un pueblo muy bonito, pero como siempre pasa en China el turismo aquí está sobre-explotado. Aun así, disfrutamos de la visita.

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Una vez de vuelta en Zhangjiajie pasamos dos días visitando el parque, realmente agotador, ya que su visita consiste en subir y bajar los diferentes picos continuamente. Hay una montaña a la que se accede subiendo una escalera compuesta por 8.000 escalones, pero nosotros realizamos la subida por otra vertiente. El parque merece la pena completamente, el paisaje es realmente espectacular.

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Desde Zhangjiajie continuamos el viaje en dirección sur, esta vez el destino es la región de Guanxi, donde pasamos unos días visitando las terrazas de arroz 'Dragón' y en el pueblo de Yangshuo.

Al llegar a las terrazas nos encontramos con que ya han recolectado el arroz, lo cual hace que pierdan atractivo, pero solo con observar su construcción (tienen 650 años) ya merece la pena el viaje. También observamos a las mujeres de la etnia Hongyao, quienes sólo cortan su pelo a los 16 años, simbolizando que ya son mujeres adultas y pueden buscar pareja. El pelo crece tanto que, en algunos casos, ha llegado a alcanzar 1,75 metros de longitud.

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Después de la visita a los arrozales decidimos viajar a Yangshuo, a unos 75 km al sur de Guilin y última etapa en el país antes de movernos a Macao y Hong Kong. Este pueblo es conocido entre los viajeros por sus impresionantes formaciones cársticas y su antigua técnica de pesca utilizando cormoranes.

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La sensación final a la etapa en China es un poco agridulce (como el cerdo). Por un lado me han maravillado su comida, sus paisajes naturales y sus joyas arquitectónicas, pero por otro, el tener que pagar siempre por todo y la masificación que encuentras en todas partes le quita un poco de encanto.