El camino nos lleva a Macao, antigua colonia portuguesa en la costa del mar de China Meridional. Macao es, junto a Hong Kong, una de las dos regiones administrativas especiales de China, que se independizó de Portugal en 1999 y no se unirá al resto de China hasta diciembre de 2049.
La visita resulta muy curiosa. Además de los múltiples casinos que convierten a Macao en la capital del juego a nivel mundial -con ingresos muy superiores a los de Las Vegas- lo que nos llama la atención es la mezcla de culturas. Los edificios coloniales portugueses, el empedrado de las calles que evocan un paseo por Lisboa y las natas (pasteles típicos portugueses) se mezclan con las luces de neón en cantonés y los puestos de comida china. En cierta manera, aquí me siento más cerca de casa. Me acuerdo continuamente de Blanca, Joao, Mateo y Miguel, mi familia portuguesa.
Aquí nos alojamos en casa de Rachel y Terence, quienes nos enseñan la comida local, una mezcla de sabores típicos de China y de Portugal. También nos indican los principales sitios de interés y nos ayudan a esquivar los atascos producidos por el Macao Grand Prix, que está teniendo lugar en la ciudad durante estos días.
De Macao cruzamos a Hong Kong utilizando el ferry. Ya desde el agua observamos la multitud de rascacielos que ocupan la ciudad.
Es difícil definir Hong Kong: no tiene monumentos o sitios especiales que resaltar, pero asombran la multitud de rascacielos y la mezcla de personas que se ve por las calles, así como las pequeñas tiendas y restaurantes. Todo ello crea un conjunto con una atmósfera muy especial. A mí me ha gustado mucho.
De nuevo, aquí hemos tenido que recurrir al couchsurfing en casa de Andy y de su esposa. De no ser por ellos no podríamos haber visitado la ciudad, ya que los precios de los hoteles y albergues se salen de nuestro presupuesto.
Después de pasar aquí cuatro días paseando y disfrutando de la cocina cantonesa, retomo el viaje. En Hong Kong dejo atrás a mi inseparable compañera de viaje durante los últimos dos meses, Virginie, con quién he pasado muy buenos momentos y de la que he aprendido mucho, ella continúa el viaje hacia Japón y yo retomo la aventura en solitario, ésta vez destino a Filipinas. Allí me esperan largas jornadas de buceo y naturaleza.
Es difícil definir Hong Kong: no tiene monumentos o sitios especiales que resaltar, pero asombran la multitud de rascacielos y la mezcla de personas que se ve por las calles, así como las pequeñas tiendas y restaurantes. Todo ello crea un conjunto con una atmósfera muy especial. A mí me ha gustado mucho.
De nuevo, aquí hemos tenido que recurrir al couchsurfing en casa de Andy y de su esposa. De no ser por ellos no podríamos haber visitado la ciudad, ya que los precios de los hoteles y albergues se salen de nuestro presupuesto.
Después de pasar aquí cuatro días paseando y disfrutando de la cocina cantonesa, retomo el viaje. En Hong Kong dejo atrás a mi inseparable compañera de viaje durante los últimos dos meses, Virginie, con quién he pasado muy buenos momentos y de la que he aprendido mucho, ella continúa el viaje hacia Japón y yo retomo la aventura en solitario, ésta vez destino a Filipinas. Allí me esperan largas jornadas de buceo y naturaleza.
Todas las fotos como siempre en flickr: